terapia gestalt

¿Para qué sirve la terapia Gestalt?

La terapia Gestalt surgió en los años cuarenta del siglo pasado, gracias a los estudios del matrimonio formado por Fritz y Laura Perls, psiquiatra y psicóloga respectivamente. En la década siguiente se establecerían las bases esenciales de la terapia con las aportaciones de los profesores Paul Goodman y Ralph Hefferline, fundándose en 1952 el primer Gestalt Institute en Nueva York.

Esta psicoterapia pone el énfasis en el aquí y ahora del paciente (denominado de manera preferente como cliente por la terapia Gelstat), poniendo el énfasis en la toma de conciencia del individuo (‘awareness’) e incitándole a aceptarse y a vivir el presente sin los condicionamientos del pasado.

Esta terapia humanista prescinde del rol tradicional del terapeuta, ya que éste se limita a ejercer de acompañante, teniendo que ser el propio ‘cliente’ el que protagonice su propia curación. Así, el individuo ha de tomar conciencia de su responsabilidad en la generación de su propio bienestar. Para ello, la terapia Gestalt le incita a que clausure cuestiones del pasado que no se cerraron, así como a potenciar la autopercepción de sentimientos, pensamientos y sensaciones que le permitirán satisfacer mejor sus necesidades.

La terapia Gestalt incide en que los individuos no enmascaren lo que les afecta particularmente como un padecimiento colectivo, y este sentido otorga una gran importancia al uso del lenguaje para este disimulo. Como, por ejemplo, al utilizar frases del estilo de “si hay mal ambiente laboral dan ganas de dejar el trabajo», en vez de “el mal ambiente que padezco en el trabajo me hace tener ganas de dejarlo”. Por otro lado, la terapia también brinda mucha importancia a elementos como el lenguaje no verbal del individuo, a la diferencia a lo que el paciente/cliente dice con las palabras y lo que expresa con su tono de voz y con sus gestos.

Con el uso de técnicas como la de la ‘silla vacía’ se invita al paciente/cliente a confrontar sus problemas con un personaje ficticio que suele ser la proyección de alguien (padre, madre, mujer, marido, jefe o jefa) que lo sitúa en una posición de víctima, estableciéndose un fecundo diálogo interno, ya que cuando el paciente/cliente va cambiando de silla va asumiendo los distintos roles y expresando sus emociones, llegando a la conclusión final que todos ellos están en su interior y por tanto dependen en exclusiva de él.

La terapia está muy extendida por todo el mundo, realizándose en España también desde hace años, existiendo en este sentido una Asociación Española de Terapia Gestalt (AETG) que solo reconoce terapeutas tras una serie de requisitos que incluyen formación académica, aunque también existen otras escuelas que prescinden de la necesidad de una especialización previa en psicología.