La grandeza está en el ser, no en el hacer (II)

La grandeza está en el ser, no en el hacer. La grandeza está en el poder ser reconocido por lo que uno es y no por lo que uno hace. Aún así, el ser se muestra en lo que uno hace. Lo que uno es, se refleja en los propios actos. Y estos actos no se refieren al desempeño profesional, sino a como uno se relaciona con uno mismo y con los demás.

Entrena tu ser, pues el hacer saldrá a medida en que creces como persona.

La necesidad de reconocimiento está entre las necesidades básicas afectivas del ser humano. Ser reconocido nos permite reconocernos, por lo que haber sido reconocidos en nuestro ser nos permite poder reconocernos. A veces, personas que durante su infancia no han vivido un clima afectivo y que refuerce su estima y apoyo, muestran durante su adultez dificultades para confiar en sí mismos e incluso en la relación con los demás.

Somos el resultado de lo que hemos vivido y experimentado. De ahí, que las experiencias infantiles y más aún las vivencias familiares, en especial las relaciones padre-hijo, madre-hijo y las propias existentes en la relación padre-madre, tengan una alta influencia en el desarrollo de nuestro ser.

El concepto de sí mismo (“Ego” o “self”)

Este concepto incluye todas aquellas formas de pensar, sentir y actuar que han ido automatizando y definiendo nuestro carácter. Patrones que son interiorizados a partir de las experiencias vividas, los modelos de comportamiento que se han tenido y mensajes (educativos, culturales, familiares,…) interiorizados.

La toma de conciencia del “self” permite desgranar el carácter o la personalidad de uno mismo y hacer consciente aquellos automatismos en la forma de ser que pueden constituir aspectos de insatisfacción en la vida de uno mismo. Automatismos que se reflejan en cómo me relaciono conmigo mismo (autoestima, autoapoyo, autoeficacia,…) y en cómo me relaciono con los demás (lo que expreso, lo que me permito hacer, los límites que establezco con respecto al otro,…), reflejo de cómo he aprendido a comportarme conmigo mismo y en cómo he aprendido a comportarme con los demás.

Estos automatismos han tenido una función durante un tiempo (en la infancia), pero en la adultez pueden ser causantes del alejamiento de la persona de sus propias necesidades, alejándolo de su propio ser…y pueden dar lugar a frustraciones, miedos, desesperanzas…que si están presentes durante bastante tiempo generan un malestar difícil de gestionar o a un cuadro clínico de manifestación ansiosa o depresiva (u otros cuadros que requieren ser descartados previamente).

               “La toma de conciencia de los automatismos que nos alejan del propio bienestar nos permite una vida más plena, consciente y construida desde nuestras verdaderas necesidades”


Ismael Limones

Psicólogo-Psicoterapeuta

Autor: Ismael Limones