La familia tóxica características tipos consecuencias y qué hacer ante una familia tóxica

La familia tóxica: características, tipos, consecuencias y qué hacer ante una familia tóxica

El entorno familiar donde crecemos nos va a influir de forma decisiva en nuestra vida. La familia es el ambiente más determinante en nuestro desarrollo personal. De este entorno dependen en gran medida aspectos tales cómo nuestra forma de comportarnos (con otras personas), cómo nos percibimos a nosotros mismos (autoconcepto); condiciona cómo y cuáles son nuestros sentimientos y reacciones, y también afecta a la forma en la que gestionamos dichos sentimientos.

El entorno familiar es realmente clave o decisivo para que desde niños consigamos desarrollarnos y crecer personalmente de forma adecuada. Para ello es importante que los integrantes se sientan cuidados, valorados y seguros en ese entorno. Pero, ¿qué pasa si el entorno familiar no nos permite ese desarrollo saludable y marca negativamente nuestro estado emocional?

Una familia tóxica o una familia disfuncional es aquella en la que la persona o personas no se sienten seguras y protegidas o consideradas. Las razones y características por las que esto ocurre son múltiples y variadas pero, en todos los casos, la persona afectada sufre emocionalmente al estar en contacto con su familia. Los orígenes de esta relación están generalmente en la niñez y tienen sus consecuencias también en la edad adulta. En estos casos y aunque seamos totalmente independientes de nuestros progenitores (económicamente e incluso con nuestra propia familia) estar en contacto y relacionarnos con ellos en reuniones familiares o vacaciones nos afecta de forma negativa.

Una familia puede ser tóxica por varias razones: por falta de comunicación; porque hay discusiones continuas; porque hay un control extremo y la persona no se puede desarrollar libremente; porque no hay límites claros y se tiene sensación de descuido; porque hay altos niveles de exigencia…

¿Qué consecuencias tiene tener una familia tóxica?

Crecer en una familia tóxica tiene consecuencias psicológicas muy importantes que pueden llegar a afectar de forma grave a nuestras relaciones personales (presentes y futuras). Lo que debemos tener claro es que nuestra prioridad debe ser nuestra felicidad y nuestro bienestar emocional. Darnos cuenta de que tenemos una familia disfuncional es el primer paso para poder cambiar las cosas. En muchas ocasiones podemos pensar que lo que ocurre en nuestra familia es lo normal, pero no lo es. Si cuando estamos con nuestra familia no nos sentimos bien, sufrimos, e incluso al pasar los días seguimos con malas sensaciones, quizá es el momento de acudir a un psicólogo para que nos ayude a identificar qué está ocurriendo.

Ante una familia tóxica se suelen afrontar con dos aproximaciones no excluyentes. La primera es intentar identificar qué se puede modificar, si modificando algo por nuestra parte pudiéramos mejorar la situación. Sin embargo, muchas veces la única opción es alejarse de la familia o, como mínimo, si no definitivamente, sí tomar cierta distancia. Hasta ahora hemos hablado de una familia tóxica como un grupo homogéneo pero, en ocasiones, ese entorno tóxico y negativo en la familia proviene de un miembro concreto, un padre, una madre, hermanos… Tomar la determinación de romper del todo con la familia es un proceso duro y complicado; pero si podemos desligarnos emocionalmente de ese miembro tóxico, quizá podamos mantener cierta relación con el resto de miembros, aunque esto también puede ser difícil de manejar.

Si tenemos una familia tóxica nuestro psicólogo puede ayudarnos mediante terapia a trabajar la situación y encontrar nuestro equilibrio y bienestar emocional.