Niños desobedientes o padres sin recursos

¿Niños desobedientes o padres sin recursos?

La tan extendida expresión con la que muchas veces definimos a nuestros hijos como «niños desobedientes» responde a una realidad que sin duda viven multitud de padres.

Sin embargo tal vez no consista sólo en catalogarlos así, porque podrían ser muchos los factores que estuvieran motivando una conducta improcedente y reiterada en el niño o niña, sin necesidad de asumir con derrota eso de «nos ha tocado un hijo así».

Cuando en Ismael Limones Consulta de Psicología recibimos un caso de este tipo, como profesionales experimentados que somos, sabemos que hemos de interactuar y trabajar no sólo con esos supuestos «niños desobedientes» sino también con esos padres angustiados y deseosos de dar un giro a la situación.

Trabajar con la familia para que desaparezca la marca «niños desobedientes».

Las terapias y sesiones que se han de mantener con los niños son sensiblemente diferentes a las de los adultos, los cuales acuden generalmente por iniciativa propia y conscientes de que necesitan ayuda.

Lo importante en los trabajos con los más pequeños es aterrizar en la situación propiciando que se sientan seguros y tranquilos en sus visitas para que, desde la cercanía y la afinidad, podamos trabajar conductas o trastornos si es que los hubiera.

Por lo tanto nos basaremos en algunos aspectos fundamentales:

  • Analizar determinados puntos de partida, como la relación diaria padres-hijo/a en el día a día y la actitud de todos los miembros de la familia en la relación entre ellos. De esta manera pretendemos encontrar referencias que nos hagan aterrizar en si en realidad son niños desobedientes o padres que no saben gestionar ni dosificar su autoridad.
  • Hablar tanto con hijos como con los padres por separado, utilizando modalidades diferentes más basadas en el juego (si son más pequeños) o la cercanía con sus intereses en el caso de los primeros para trabajar desde un clima de confianza mutua.
  • Escuchar los puntos de vista de cada uno, analizando sus reacciones, sabiendo cuales son sus demandas y aquello que reiteradamente puede ser motivo de conflicto.

Una vez hemos determinado cual puede ser el problema y por ende las fórmulas más oportunas para afrontarlo, algunas de las propuestas que más se repiten en la mayoría de los casos suelen ser:

  1. Hábitos y rutinas: es fundamental que hijos y padres conozcan y cumplan determinadas rutinas, horarios y procedimientos de cada hogar, que faciliten el reparto de tareas, que todos participen y se impliquen y que se haga con orden y cumplimiento de ello.
  2. Autoridad legitimada: ser la autoridad de una casa es papel de los padres indudablemente. Pero en muchas ocasiones hay que predicar con el ejemplo, demostrando que cada uno es cumplidor y responsable en su parcela. Ello motivará que seamos el espejo oportuno en el que sin lugar a dudas siempre se miran los niños.
  3. Máximos y mínimos: Las normas las ponen los padres, pero con habilidad, se pueden consensuar unos límites, de forma que los hijos sepan siempre que existe un «de aquí no se puede pasar».
  4. Participación familiar: si implicamos a los hijos en nuestras actividades también se sentirán parte de ellas. Siempre otorgándoles el tramo de parcela oportuno según su edad y circunstancias. Si ellos también tienen  algo que decir y que decidir dentro de unos límites, la imposición continuada que tantos problemas genera en la convivencia puede dar paso a relaciones más cordiales sin perder de vista el rol de cada uno.

No dude en consultar su situación en Ismael Limones Clínica de Psicología, pues entre nuestras especialidades está ayudar a que la vida familiar sea más fluida y llevadera, sin necesidad de sentir o que tenemos niños desobedientes o que por contra podamos ser padres sin recursos.

Autor: Ismael Limones